Cuando estabas embarazada y soñabas con el hijo que ibas a tener, apuesto a que soñabas con un hermoso bebé que nunca hiciera nada malo. De hecho, probablemente miraste a esa mamá o papá frustrados luchando con un niño hiperactivo, y pensaste: "Mi hijo nunca se comportará así".
Bien, a esta altura, probablemente tengas una visión mucho más realista de lo que es la vida con los niños. Has descubierto que no hay tal cosa como un bebé que está sentado simplemente en un estante y sonríe.
Un niño activo, impulsivo, rígido y sumamente intenso, con ánimo negativo y con funciones corporales irregulares no es problemente el niño por el cual oraste. Pero es el hijo que Dios te dio para que amaras, formaras y educaras ´a pesar de que probablemente no se comporte como esperabas que lo hiciera. Tu tarea es´ ayudarlo a crecer para llegar a ser la persona singular que Dios creó, y aprovechar al máximo cada una de sus características individuales.
Al llegar a conocer y entender a tu hijo, tu amor aumentará. Al buscar corregir los rasgos negativos de tu hijo estimulando lo opuesto, descubrirás que el modelado ´con amor y firmeza´ funciona mucho mejor que empujarlo a la fuerza.
Kay Kuzma, Los primeros 7 años, Generosidad vs. egocentrismo.
*la cursiva y adaptación son míos.
Si entendemos que A R T E es la habilidad para hacer algo, y nos damos cuenta que no hay escuela para ser padres, tendremos que emprender este camino con fe, capacitándonos y aprendiendo cada día algo nuevo.
Miniadolescencia
La crisis de los seis años
Se niega a seguir las órdenes y enfrenta a la autoridad. El niño se siente desorientado y tiene miedo. Reacciona con todo su cuerpo, atravesando todas las emociones, siempre entre los dos extremos: ríe hasta llorar y llora hasta perder el control.
Sin embargo, esta crisis no es para asustarse. Se trata del desarrollo normal de su maduración.
Fuente: http://www.materna.com.ar/
Se trata de una miniadolescencia, aunque puede pasar inadvertida. Justo cuando cumple seis años deja de ser una personita mimosa y, sin previo aviso, adquiere un carácter impredecible y se rebela para imponer su voluntad.
Se niega a seguir las órdenes y enfrenta a la autoridad. El niño se siente desorientado y tiene miedo. Reacciona con todo su cuerpo, atravesando todas las emociones, siempre entre los dos extremos: ríe hasta llorar y llora hasta perder el control.
Sin embargo, esta crisis no es para asustarse. Se trata del desarrollo normal de su maduración.
Fuente: http://www.materna.com.ar/
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